Padres y estudiantes responsables
Las políticas de rendición de cuentas suelen responsabilizar a los gobiernos, las escuelas y los profesores en pro del derecho a una educación pública de buena calidad. Ahora bien, como la educación es un esfuerzo social compartido, los padres y los alumnos tienen también papeles importantes que desempeñar. Los padres son responsables de crear un ambiente hogareño estimulante, pero también de propiciar la asistencia a la escuela, el esfuerzo y el buen comportamiento de sus hijos. Los alumnos asumen más estas últimas responsabilidades a medida que crecen.
LAS LEYES SOBRE ABSENTISMO ESCOLAR PREVÉN SANCIONES PARA LOS PADRES Y ALUMNOS
El absentismo escolar – el hecho de ausentarse de la escuela sin autorización – es un problema muy común en todo el mundo. En promedio, en los 33 países que participaron en la Encuesta Mundial de Salud a Escolares, uno de cada tres adolescentes de entre 13 y 17 años de edad informó haber estado ausente en los últimos 30 días, variando del 20% en las Bahamas y el Uruguay a más del 40% en Kuwait, Omán y Tokelau. El absentismo está asociado con consecuencias negativas a corto y largo plazo para los alumnos; está vinculado con la repetición de curso y la deserción escolar, así como con la comparecencia ante los tribunales.
Los estudiantes desfavorecidos tienen mayores probabilidades de ausentarse sin permiso. Si bien el absentismo escolar es un fenómeno pluridimensional que entraña varios factores, los padres cumplen un papel importante en su atenuación.
Muchos países tienen leyes de absentismo escolar que obligan a los padres a rendir cuentas por la asistencia de sus hijos a la escuela. Las multas son las sanciones más comunes, aunque en algunos países se imponen sanciones penales (Figura 7). Las sanciones severas afectan de manera desproporcionada a las familias de bajos ingresos y a las mujeres, que encabezan la mayoría de los hogares monoparentales.
Por consiguiente, las leyes de ausentismo escolar, al tiempo que proporcionan un marco jurídico, deben ir acompañadas de una estructura de apoyo para la prevención. Para mejorar la responsabilidad de los padres hay que comenzar por entender y mejorar la relación entre la escuela y los padres, como sugieren ejemplos de Australia, Francia e Irlanda.
LAS TRANSFERENCIAS DE EFECTIVO CONDICIONADAS VAN DIRIGIDAS A LAS FAMILIAS POBRES
Las transferencias de efectivo condicionadas (TEC) dotan a las familias pobres de subsidios condicionados con objeto de que los padres se cercioren de que sus hijos van a la escuela. Se recurrió a ellas por primera vez en países latinoamericanos, entre ellos Brasil, Colombia y México, y se expandieron luego a países de ingresos medianos y bajos de Asia y África subsahariana. En Europa y América del Norte, las TEC suelen aplicar incentivos negativos, que hacen las veces de multas. En Rumania, por ejemplo, se suspende el subsidio de las familias pobres por hijos a cargo después de varias ausencias inexplicadas.
Las TEC han aumentado la asistencia a la escuela, en particular de las niñas, en Bangladesh, Camboya, Nicaragua y otros países. En un examen de los programas de TEC realizado en 34 países de altos ingresos se obtuvieron resultados similares. Su eficacia depende de la determinación de sus beneficiarios, la facilidad de acceso a la escuela y la cuantía de la transferencia, que debe ser suficiente para cubrir los costos indirectos de la asistencia a la escuela.
Los códigos de conducta destinados a enseñar a los alumnos estrategias de interacción aceptables han demostrado ser eficaces para reducir la violencia escolar
LOS PADRES Y LOS ALUMNOS DESEMPEÑAN UN PAPEL ESENCIAL EN EL FOMENTO DE ENTORNOS DE APRENDIZAJE SEGUROS
Para aprender, los niños y adolescentes necesitan sentirse seguros y apoyados en sus entornos de aprendizaje. En calidad de asociados activos en la creación de este entorno, los alumnos tienen la responsabilidad de cerciorarse de que su comportamiento no niega a otros el derecho a tal seguridad y apoyo.
Las escuelas utilizan con cada vez mayor frecuencia códigos de conducta para enseñar a los alumnos estrategias de interacción aceptables. Estos códigos han demostrado ser eficaces para reducir la violencia escolar. Aunque existe principalmente en Europa y América del Norte, este enfoque se ha aplicado también en países asiáticos como Singapur.
Además del establecimiento de reglas claras y coherentes y de normas disciplinarias para los alumnos, las reuniones y la capacitación de los padres constituyen un componente importante para reducir la incidencia de la violencia escolar. Los padres contribuyen al desarrollo de las relaciones de sus hijos con sus compañeros, tanto directa (por ejemplo, ayudando a los niños a desarrollar aptitudes de relación entre compañeros) como indirectamente (por ejemplo, a través de las actitudes de los padres).
En los Estados Unidos, los ambientes domésticos en que los padres critican indebidamente a sus hijos, imponen pocas reglas, maltratan a sus hijos y son violentos entre sí se han relacionado con una mayor incidencia del acoso escolar. En Egipto, Marruecos y Túnez, el mayor estímulo de los padres, el apoyo emocional y la comunicación entre padres e hijos han redundado en una menor probabilidad de victimización por los compañeros.