Meta 4.1 – La enseñanza primaria y secundaria
El indicador mundial de la meta 4.1 es una medición de la competencia en lectura y matemáticas en una clase de primer grado, al final de la enseñanza primaria y al final del primer ciclo de la enseñanza secundaria. Todavía no existe un estándar mundial de la competencia, aunque recientemente se han dado algunos pasos en esa dirección por medio de la Alianza Mundial para el Seguimiento del Aprendizaje que coordina el Instituto de Estadística de la UNESCO.
Aproximadamente la mitad de los países administran una evaluación nacional del aprendizaje en lectura y matemáticas al final de la enseñanza primaria y del primer ciclo de la secundaria. Sin embargo, en 2017, solo entre el 25% y el 38% de los países que participaron en evaluaciones regionales o internacionales del aprendizaje han aportado datos para el indicador mundial. Además, los resultados que se comunican corresponden a los grados de competencia definidos por cada encuesta, que no son comparables.
En los países del grupo E-9, un foro de países de ingresos bajos y medianos que se han comprometido a alcanzar el ODS 4 y en los que vive más de la mitad de la población del mundo, radica la clave de los informes mundiales sobre los resultados del aprendizaje. Entre ellos, el Brasil, Egipto, Indonesia y México aportan datos en alguno o algunos de los tres niveles de la enseñanza, mientras que Bangladesh, China, la India, Nigeria y el Pakistán no informan acerca de este indicador con respecto a ningún nivel. Es, por lo tanto, esencial que los nueve, o bien participen en una encuesta internacional, o bien utilicen sus encuestas nacionales para presentar informes, siempre, claro está, que cumplan determinados criterios de calidad.
A pesar de estos retos, los datos de las evaluaciones internacionales del aprendizaje indican que, en muchos países, especialmente los de ingresos bajos y medianos, muchos estudiantes no alcanzan unos niveles mínimos de competencia. En matemáticas, una tercera parte o menos de los estudiantes alcanzan el nivel de referencia mínimo al final de la enseñanza primaria en Chad, Kuwait y Nicaragua y al final del primer ciclo de la enseñanza secundaria en Argelia, Indonesia y la ex República Yugoslava de Macedonia. En lectura, menos de la mitad de los estudiantes alcanzan ese nivel de referencia mínimo al final de la primaria en Camerún, el Congo y Togo y al final del primer ciclo de la enseñanza secundaria en Albania, Georgia y Líbano.
Esos niveles de referencia miden los resultados de quienes habían llegado al curso respectivo. Suponiendo que quienes abandonaron los estudios o no llegaron nunca a matricularse no alcanzan los niveles de referencia, hay que ajustar a la baja el porcentaje real de quienes alcanzaron el nivel de competencia mínimo. En 2015, 264 millones de niños y jóvenes en edad de cursar la enseñanza primaria y la secundaria no estaban escolarizados. Tras una disminución en los primeros años del siglo XXI, las tasas de no escolarización se han estancado, desde 2008 en la enseñanza primaria, 2012 en el primer ciclo de la enseñanza secundaria y 2013 en el segundo ciclo.
Estar escolarizado no garantiza la graduación. Según datos de encuestas de hogares correspondientes a 2010-2015, la tasa mundial de finalización de estudios ascendió al 83% en la enseñanza primaria, al 69% en el primer ciclo de la secundaria y al 45% en el segundo ciclo. Según datos del período 2010-2015 de 128 países, que representan el 90% de la población mundial en edad de cursar la enseñanza secundaria, menos de uno de cada cuatro jóvenes había completado la enseñanza secundaria en 40 países y menos de uno de cada dos en 60 países. Solo hubo 14 países con una tasa de finalización de por lo menos el 90% (Figura 8).
Hacer que la educación sea gratuita y obligatoria es una manera de evitar la deserción escolar. Cerca del 70% de los países, pero solo el 40% de los del África subsahariana, tienen por lo menos nueve años de enseñanza obligatoria. En el mundo, menos de uno de cada cinco países garantizan 12 años de enseñanza gratuita y obligatoria. Esas garantías son más comunes en América Latina y el Caribe (el 47% de los países) y en el Cáucaso y Asia central (el 38% de los países) y, en cambio, no se dan en ningún país de bajos ingresos.
Mira el reporte del año anterior sobre el objetivo 4.1.