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Meta 4.A – Instalaciones educativas y entornos de aprendizaje

Chandaria Primary School building in Kenya.

Credit: Kate Holt/UNESCO

Meta 4.A – Instalaciones educativas y entornos de aprendizaje

Es complejo evaluar la infraestructura escolar porque para hacerlo hay que tener en cuenta muchas dimensiones. Con todo, las encuestas escolares constataron que el estado de la infraestructura material dificultaba gravemente a menudo la instrucción en países de todos los niveles de ingresos, especialmente en las escuelas desfavorecidas socioeconómicamente. El tercer estudio regional comparativo y explicativo de 2013 llevado a cabo en América Latina mostró que más de cuatro quintas partes de los alumnos más ricos de tercer curso estudiaban en escuelas con servicios correctos de suministro de agua y saneamiento y que solo un tercio de los alumnos más pobres disponían de esos servicios.

Las escuelas primarias de muchos países pobres carecen de electricidad. En el África subsahariana, solo el 22% de las escuelas primarias tienen electricidad. También existe disparidad en el acceso a la tecnología y a Internet entre los países y dentro de ellos, siendo menos probable que las escuelas rurales estén conectadas que las escuelas urbanas (Figura 15).

Menos del 75% de las escuelas primarias estaban dotadas de agua potable en 72 de 148 países. El acceso a servicios básicos de saneamiento fue inferior al 50% en 24 de 137 países, 17 de ellos del África subsahariana.

Los alumnos con discapacidad siguen tropezando con obstáculos, por ejemplo, la inexistencia de equipo de movilidad, la inadecuación del diseño de los edificios, la falta de materiales didácticos y los planes de estudio no adaptados a sus características. Hay países, entre ellos Serbia, Sudáfrica y Turquía, en los que más del 35% de las escuelas tienen insuficientes recursos.

Desde 2004, se ha registrado un marcado repunte de los ataques contra escuelas, que afectan de manera desproporcionada al Asia meridional y al África septentrional y al Asia occidental. Entre 2005 y 2015, ejércitos y grupos armados utilizaron instituciones educativas para fines militares en por lo menos 26 países.

En el África subsahariana, solo el 22% de las escuelas primarias tienen electricidad

ES ESENCIAL ATAJAR LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LAS ESCUELAS

Para atajar la violencia de género en las escuelas hacen falta leyes y políticas eficaces, planes de estudios y materiales didácticos adecuados, formar y apoyar a los educadores, establecer alianzas entre el sector educativo y otros actores y actividades de seguimiento y evaluación.

Los países tienen que adoptar marcos legislativos que protejan explícitamente a los estudiantes de la violencia de los adultos y de los condiscípulos y que promuevan la rendición de cuentas. Chile, Fiji, Finlandia, el Perú y Suecia están entre los países que han promulgado medidas legislativas que se refieren específicamente a la violencia en la escuela. Los códigos de conducta de los docentes tienen que referirse explícitamente a la violencia y los malos tratos y disponer claramente sanciones congruentes con los marcos jurídicos.

Las leyes y las políticas no se traducen siempre en prácticas. Muchos países no aplican las políticas, dedican suficientes recursos u obtienen el apoyo de actores clave, como la policía. Demasiado a menudo, los actores locales no están sensibilizados respecto de los derechos y las obligaciones.

Los mecanismos de presentación de informes deben ser vistos como fiables y garantizar la confidencialidad de las víctimas. Se debería formar a los educadores para que escuchen, apoyen y ayuden a los estudiantes a informar de los incidentes que se produzcan. Tras una formación impartida en Malawi, la conciencia de los docentes del acoso sexual en las escuelas aumentó del 30% al 80% en lo referente a las niñas víctimas y del 26% al 64% a los niños. Sin embargo, el personal escolar está muy mal preparado para actuar. En los Estados Unidos, menos de un tercio de los alumnos lesbianas, gais, bisexuales, transgénero/transexuales o intersexuales que comunicaron incidentes de victimización dijo que el personal había abordado eficazmente el problema.

La educación en la sexualidad que aborda la diversidad sexual y la identidad/la expresión de género puede mejorar el ambiente en las escuelas, como ha sucedido en los Países Bajos. Muchas veces, los programas de educación sexual no van más allá de la salud sexual y de la reproducción y no tratan de la dinámica de género.

Los programas educativos que promueven la reflexión crítica entre los niños y los jóvenes sobre los comportamientos y las normas en materia de género, impartidos entre otros países en la India, han dado resultados prometedores, mejorando la comprensión y las actitudes y disminuyendo los incidentes de violencia. Las actividades extracurriculares, como los clubs y los deportes escolares, pueden complementar la instrucción que en el aula imparte mensajes positivos acerca del género.

Mira el reporte del año anterior sobre el objetivo 4.a