Recomendaciones

Credit: Asad Rassel

Recomendaciones

Este Resumen sobre Género presenta un panorama de los avances y retrocesos en el camino hacia la igualdad de género en la educación y pregunta quién debería rendir cuentas por la consecución del objetivo. El estudio conduce a las recomendaciones siguientes con miras a acelerar el progreso hacia la igualdad de género en la educación.

IDENTIFICAR Y ELIMINAR LAS BARRERAS DE GÉNERO

Para conocer mejor las cuestiones de igualdad de género en la educación, se debe mejorar el marco de seguimiento. Como se sugiere en el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo- 2016 (véase también el Cuadro 2 de este documento), el marco debería ir más allá de una simple medición de disparidades educativas entre hombres y mujeres. Debería también abarcar la legislación, las instituciones y las políticas dentro y fuera del sistema educativo, la distribución de recursos y las prácticas de enseñanza y aprendizaje.

Algunas barreras básicas limitan el acceso de las niñas a la escuela. En solo 9 de los 44 países para los que se dispone de datos, más del 75% de las escuelas primarias cuentan con baños separados por sexo. Sin embargo, se estima que una de cada diez niñas africanas no asiste a la escuela durante la menstruación porque las instalaciones sanitarias son inadecuadas. Por lo tanto, los planes educativos deberían incluir como una prioridad la instalación de baños separados para cada sexo en todas las escuelas. Las inspecciones escolares deben garantizar que las escuelas cumplan con la normativa establecida.

Pero los obstáculos más importantes a la igualdad de género siguen estando principalmente dentro de la escuela; están relacionados con discriminaciones de género y relaciones de poder profundamente arraigadas. Los gobiernos deben examinar y revisar periódicamente los planes de estudios, los libros de texto y los programas de formación docente para garantizar que no se perpetúen los estereotipos de género.

Para abordar la falta de equilibrio de género en la elección de los estudios a seguir, los gobiernos deberían contemplar la promoción de programas de aprendizaje, tutorías, redes o becas para mujeres en los campos de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Este es solo un primer paso para abordar el desequilibrio de género en el empleo de profesionales en otros sectores, como la salud, el agua y el saneamiento

Para responder a la violencia de género relacionada con el entorno escolar, se necesitan marcos jurídicos y políticos, complementados con unos sólidos procedimientos de supervisión y presentación de informes. Por ejemplo, es preciso introducir programas de educación integral en sexualidad, pero para que estos logren reducir más eficazmente los índices de enfermedades sexualmente transmisibles y embarazos no deseados, su contenido también debería incluir las relaciones de poder entre los géneros.

Para cambiar actitudes y comportamientos sesgados en materia de género, se necesitan códigos de conducta para educandos y educadores. Un estudio relativo a 24 países reveló que más de la mitad de los docentes consideraban que los códigos de conducta contribuían de forma significativa a reducir las malas conductas. Deberían adoptarse enfoques integrales, a nivel de toda la escuela, para hacer frente al comportamiento de los alumnos que menoscaban el derecho de sus pares a la educación.

HACER QUE LAS PERSONAS RINDAN CUENTAS POR LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN

Garantizar la igualdad de género en la educación es una empresa colectiva en la que todos los actores, y no solo el gobierno, hacen un esfuerzo concertado para cumplir con sus responsabilidades. Sin embargo, la responsabilidad por el respeto al derecho a la igualdad de género en la educación incumbe para empezar a los gobiernos. Para rendir cuentas acerca de sus compromisos, los Estados deben respetar, proteger y cumplir el derecho a la educación, lo que implica no interferir con el disfrute de dicho derecho por parte de los ciudadanos, hacer que los terceros no impidan la igualdad de acceso y disfrute de la educación, y adoptar medidas legislativas, administrativas, judiciales, presupuestarias y de otra índole para la plena realización del derecho. Los gobiernos deberían establecer y salvaguardar instituciones independientes de defensoría del pueblo u otras instituciones nacionales de derechos humanos para mejorar la igualdad de género. Sin embargo, solo el 44% de los países se han comprometido plenamente en pro de la igualdad de género en la educación.

Las personas y las organizaciones de la sociedad civil deberían presentar denuncias, comunicaciones, peticiones o reclamos sobre violaciones de los derechos a los comités que supervisan los tres principales tratados sobre el derecho a la educación de niñas y mujeres: la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Estas quejas pueden impulsar la acción de los gobiernos nacionales. Los grupos de la sociedad civil deberían adoptar una actitud activa contra las discriminaciones de género. Entre 1975 y 2005, en 70 países, la presencia de un movimiento feminista nacional fuerte y autónomo desempeñó un papel clave para ayudar a cambiar las políticas que protegen a las mujeres contra la violencia.

Al elaborar planes para el sector educativo, los gobiernos deberían tener en cuenta las cuestiones de género, desglosar todos los indicadores por sexo y analizar los obstáculos que se oponen a la educación de niñas y niños. Solo 25 de los 42 planes educativos examinados por la Alianza Global para la Educación integraban una perspectiva de género. Los gobiernos no solo deberían aplicar una perspectiva de género al análisis de cada etapa de un plan educativo, sino que deberían también llevar a cabo una evaluación de las repercusiones de las políticas en cuanto al género y examinar las implicaciones de género de la asignación de recursos.

Uno de los problemas que están en el meollo de las políticas y prácticas educativas con sesgos de género son las disparidades de género en la escuela y otros puestos de liderazgo. Aunque los datos son fragmentarios, lo que en sí mismo es un signo de insuficiente preocupación por el tema, en la mayoría de los países la proporción de mujeres en la profesión docente es mayor que la proporción de mujeres entre los directores de establecimientos de enseñanza. En cuanto a la representación política, según un estudio realizado en 103 países entre 1970 y 2006, la proporción de mujeres legisladoras en los países que adoptaron una cuota de género fue superior en cinco puntos porcentuales a la de aquellos que no lo hicieron.

Por último, los gobiernos deberían preparar un informe anual de seguimiento de la educación que rastree el progreso hacia todos los objetivos educativos, incluyendo los relacionados con la igualdad de género. Solo un país de cada dos ha publicado al menos un informe nacional de seguimiento de la educación desde 2010, y solo uno de cada seis lo ha hecho cada año. En los países dotados de capacidad suficiente, las auditorías independientes de resultados con una perspectiva de género han respondido en base a los datos disponibles. En el estado de Victoria (Australia), una auditoría de género detectó una baja en los resultados de escritura de los varones, que se abordó en el Plan de Acción cuadrienal subsiguiente.

La consecución de los objetivos de la Agenda 2030 depende del establecimiento de una igualdad de condiciones entre niños y niñas, mujeres y hombres, en la educación como en otros sectores. Ya se han contraído compromisos; la tarea ahora consiste en seguir adelante hasta su cumplimiento, derribando barreras y asegurándose de que todos los actores desempeñen su papel en esta empresa.