Las disparidades de género en materia de participación y terminación de estudios varían según el grupo de países y el nivel de la enseñanza
El mundo, considerado en su conjunto, ha alcanzado la meta de paridad de género en todos los niveles de educación salvo el terciario. En cambio, esto no ocurre en todas las regiones, ni en todos los grupos de países por ingresos, ni en cada uno de los países considerados individualmente. Solo el 66% de los países han alcanzado la paridad de género en la enseñanza primaria, el 45% en el primer ciclo de la enseñanza secundaria y el 25% en el segundo ciclo de la enseñanza secundaria (Cuadro 3).
Entre 2000 y 2015, el porcentaje de países que alcanzaron la paridad de género en la enseñanza primaria aumentó en 8 puntos porcentuales y en el segundo ciclo de la enseñanza secundaria en 14 puntos porcentuales (Gráfico 1). En 2015, el porcentaje de países donde la matriculación femenina era inferior a 80 por cada 100 varones era del 1% en la enseñanza primaria (Afganistán y Sudán del Sur), del 5% en el primer ciclo de secundaria y del 10% en el segundo ciclo de secundaria.
A nivel mundial, la matriculación escolar de todos los niños, adolescentes y jóvenes, de uno u otro sexo, sigue siendo un objetivo distante. En 2015, 264 millones de niños y jóvenes en edad escolar, a nivel de primaria o secundaria, no iban a la escuela. Esta cifra total incluye unos 61 millones de niños en edad escolar primaria (6 a 11 años aproximadamente; el 9% del grupo de edad), 62 millones de adolescentes en edad de concurrir al primer ciclo de secundaria (12 a 14 años aproximadamente; el 16% del grupo de edad), y 141 millones de jóvenes en edad de concurrir al segundo ciclo de secundaria (15 a 17 años aproximadamente; el 37% del grupo de edad). Tras una disminución a principios de los años 2000, el número de niños y adolescentes que no asisten a la escuela permanece constante (desde 2008 para la enseñanza primaria, 2012 para el primer ciclo de secundaria y 2013 para el segundo ciclo de secundaria).
Las disparidades de género en las tasas de niños y adolescentes sin escolarizar se han reducido considerablemente en los últimos 15 años. A nivel mundial, solo la enseñanza primaria presenta disparidades de género: no están escolarizados el 9,7% de las niñas y el 8,1% de los niños en edad escolar, es decir 5 millones más de niñas que de niños. En los dos ciclos de enseñanza secundaria, hay paridad global, pero se manifiestan disparidades a nivel regional. En África del Norte y Asia Occidental, por ejemplo, de los adolescentes que no concurren a la escuela, el 12% son de sexo masculino y el 18% femenino. En Asia Oriental y Sudoriental, el 25% de los jóvenes y el 19% de las jóvenes no van a la escuela.
De forma global, el porcentaje de países en situación de paridad según la tasa neta ajustada de matriculación, que es la base para calcular el número de niños, adolescentes y jóvenes no escolarizados, es superior en diez puntos porcentuales como mínimo al índice de paridad correspondiente a la tasa bruta de matriculación. Por ejemplo, si bien solo el 66% de los países alcanzan la paridad en base a la tasa bruta de matriculación primaria, el 77% de los países la alcanzan en términos de la tasa neta ajustada de matriculación (Gráfico 2a)
Si se desglosa la distribución de los valores de índices de paridad de género por categoría de ingreso de los países se observa también que a nivel del segundo ciclo de la enseñanza secundaria, en los países que no han alcanzado la paridad, la disparidad juega abrumadoramente en detrimento de las niñas en los países de bajos ingresos, mientras que va en detrimento de los niños en los países de ingresos altos y medios altos (Gráfico 2c).
La matriculación no garantiza la finalización. Sobre la base de datos obtenidos en encuestas en los hogares realizadas entre 2010 y 2015, las tasas de finalización fueron del 83% para la primaria, del 69% para el primer ciclo de la secundaria, y del 45% para el segundo ciclo de esta. Al igual que con los indicadores de matriculación, a nivel mundial se ha alcanzado la paridad de género en las tasas de finalización correspondientes a los tres niveles de enseñanza. Pero esto encubre disparidades entre las regiones y las categorías de ingresos de los países. Así, por ejemplo, en África subsahariana, por cada 100 niños que terminan el primer ciclo de enseñanza secundaria hay 86 niñas que lo hacen, mientras que en América Latina y el Caribe, son 93 niños por cada 100 niñas. Del mismo modo, en los países de bajos ingresos, son 66 las jóvenes que finalizan el segundo ciclo de secundaria por cada 100 varones, mientras que en los países de ingresos altos y medios altos, 94 varones terminan dicho ciclo por cada 100 mujeres (Cuadro 4).
Las disparidades en las tasas de finalización de los niños, adolescentes y jóvenes más pobres también varían. En Asia Oriental y Sudoriental y en América Latina y el Caribe, el número de mujeres pobres que terminaron los dos ciclos de enseñanza secundaria es superior al de los varones. En cambio, en Asia Meridional y África Subsahariana, el número de varones pobres que terminó ambos ciclos de secundaria es superior al de las mujeres pobres. En los países de bajos ingresos, solo el 2% de las mujeres más pobres y el 3% de los varones más pobres finalizaron el segundo ciclo de enseñanza secundaria.
Con respecto a algunos indicadores, el índice de paridad puede ser una medición engañosa. Tal como se demuestra en el Informe GEM de 2016, el valor del índice se acercará a la paridad en los países que se aproximan a la finalización universal. Por lo tanto, es importante comparar países que presenten niveles casi similares para el indicador en cuestión. Por ejemplo, las tasas globales de finalización son semejantes en Nigeria y Túnez, pero 75 mujeres por cada 100 varones finalizaron el segundo ciclo de secundaria en Nigeria, mientras que en Túnez son 75 varones por cada 100 mujeres (Gráfico 3).
Solo el 4% de los países han alcanzado la paridad en la enseñanza superior. A este nivel, el desequilibrio de género va cada vez más en detrimento de los varones: globalmente, hay más mujeres que hombres en la enseñanza terciaria en casi todas las regiones. En Asia Meridional se está cerrando la brecha y el África subsahariana es la única región donde las mujeres todavía no alcanzan las mismas tasas de matriculación ni de graduación que los hombres. No obstante, en muchos países, si bien la proporción de mujeres diplomadas es mayor que la de los hombres, son mucho menos numerosas en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). En Chile, Ghana y Suiza, las mujeres representan menos de un 25% de todos los diplomas STEM. En cambio, en Albania, Argelia y Túnez tienen más probabilidades que los hombres de obtener un título en dichas carreras (Gráfico 4).
Para el seguimiento de las tasas de participación en educación y formación de adultos, las encuestas relativas a la fuerza laboral siguen siendo la fuente de datos con mayor potencial, pese a que se dispone de ellas solo para un número limitado de países. En Europa, la Encuesta de Población Activa (EPA) de la Unión Europea, que se realiza trimestralmente desde 1983 en 33 países, es la fuente oficial de información sobre la educación de adultos, que se define con inclusión de “todas las actividades de aprendizaje emprendidas… con miras a mejorar los conocimientos, las aptitudes y las competencias, desde la perspectiva personal, cívica, social o laboral” (Eurostat, 2017b). Comprende la participación en la educación y formación, de carácter formal como no formal, durante las cuatro semanas previas a la encuesta.
El análisis de los datos de 2007 a 2016 pone de manifiesto notables diferencias de género. Las mujeres tienen más probabilidades de participar en la educación y la formación en todos los grupos poblacionales definidos por edad y por su participación en el mercado laboral, exceptuando las que pertenecen a la población inactiva (Gráfico 5.a). Las desigualdades de participación en función de la edad son considerables. En 2016, el 17% de las personas de entre 25 y 34 años recibieron educación o formación, siendo solo un 6% en el grupo de 55 a 64 años de edad (Gráfico 5.b).